Lectura 47, viernes 1 de febrero de 2019

Burpy

Burpy se disponía a ponerse su mejor traje, el que solo se ponía en los días importantes. Ese día era particularmente importante. Era el día en el que por fin invadiría la Tierra, lugar lleno de abominables criaturas.
Una vez terminó con su rutina solar, aérea y crepuscular, se dispuso a caminar hacia su nave con paso decidido. Encendió motores, y después de emitir un torrencial chorro de espuma, despegó rumbo a la tierra.
Tenía todo fríamente calculado. Sabía que aterrizaría en un lugar desolado y luego se desplazaría hacía una gran urbe, haciéndose pasar por humano. Una vez allí, se haría al poder y convertiría a todos los seres humanos en sus esclavos.
Burpy pensó que el viaje a la Tierra era aburrido, así que aceleró el paso, y en vez de llegar en varios millones de años luz, alcanzó la atmósfera terrestre en dos semanas.
El aterrizaje de su nave fue un poco más difícil que su viaje, y tuvo que recalcular las coordenadas del lugar en el que quería caer varias veces.
Finalmente cayó en lo que él creía era un bosque. Burpy jamás había estado en la Tierra, y por esto lo único que conocía de la misma era lo que su padre, un famoso invasor de planetas, le había contado.
Sabía que no necesitaba máscara para respirar, pues en la Tierra, como en su planeta, los seres vivían de oxígeno. Así que, se aventuró a salir, no antes sin revisar que ninguna amenaza fuera detectada.
Cuando tocó el suelo terrícola, Burpy no podía creer lo que sus ojos veían. Lo llenó un sentimiento de alegría inmenso pues la Tierra se parecía bastante a su planeta.
Después de caminar un poco, explorando el área, sintió como un objeto extraño de color rojo le pegaba en la cabeza. Cuando miró hacia arriba, vio a una criatura riéndose, colgada de lo que él creía era un árbol. Esta criatura era bastante parecida a las de su planeta, pero más hermosa.
La criatura bajó del árbol y le empezó a hablar alegremente. Burpy no entendía qué estaba sucediendo, pero no podía dejar de ver a la criatura. Después de varios minutos escuchando a la criatura, consiguió aprender su lengua y comunicarse con ella.
Es así como, Burpy le explicó su misión y ella estalló en risas, mientras se burlaba de sus palabras, su acento y su colorido traje. Burpy no sabía qué sucedía, así que empezó a formular cientos de preguntas que, la criatura con gracia respondía.
Una vez sus preguntas fueron respondidas, Burpy perdió total interés en invadir la Tierra, y entendió que las criaturas allí no eran abominables.
En realidad, se parecían mucho a las de su planeta. En ese momento decidió dar un giro para regresar a su nave. Fue entonces cuando la criatura lo abrazó y le dio las gracias.
Burpy jamás conseguiría entender por qué esta criatura le dio las gracias. Lo cierto es que, gracias a su amabilidad él había decidido cambiar sus planes e ir a invadir otro planeta.

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