Lectura 59, martes 5 de marzo de 2019
LA MUJER DE LOS BOLSILLOS
Aquella noche Raquel no quería dormir, no tenía nada de sueño y se pasó toda la noche llamando a su madre: ¡Mamá, tráeme agua! ¡Mamá tengo pis! ¡Mamá no puedo dormir!
-¡Raquel, haz el favor de dormir que mañana no te podrás levantar! ¡Mira que si no te callas vendrá la mujer de los bolsillos! - ¿La mujer de los bolsillos? ¿quién es esa mujer?, preguntó Raquel asustada.
- La mujer de los bolsillos ha existido desde que yo era pequeña.
- La mujer de los bolsillos ha existido desde que yo era pequeña.
Dicen que se pasea por las calles y cuando oye a un niño llorar, gritar o protestar, se sube a las ventanas de las casas y se lo lleva dentro de uno de sus bolsillos.
- ¿Y dónde vive la mujer de los bolsillos?
- Creo que fue Jaime el policía el primero en ver su escondite. Una casa en ruinas justo en medio del bosque de la Luna Pálida. Allí vive con diez gatos pelones, tres perros pulgosos, cinco gallinas desplumadas, una rana y una lagartija.
- ¿Y dónde vive la mujer de los bolsillos?
- Creo que fue Jaime el policía el primero en ver su escondite. Una casa en ruinas justo en medio del bosque de la Luna Pálida. Allí vive con diez gatos pelones, tres perros pulgosos, cinco gallinas desplumadas, una rana y una lagartija.
- Mamá... ¿ Y cómo es la mujer de los bolsillos?
- Yo no la he visto nunca, pero dicen que es una mujer muy sucia, tiene el cabello colorado, largo y enredado, los ojos pequeños, la nariz larga, la cara llena de granos y le faltan la mitad de los dientes.
- ¿Y porqué odia tanto a los niños?
- Siempre ha sido muy antipática.
- Yo no la he visto nunca, pero dicen que es una mujer muy sucia, tiene el cabello colorado, largo y enredado, los ojos pequeños, la nariz larga, la cara llena de granos y le faltan la mitad de los dientes.
- ¿Y porqué odia tanto a los niños?
- Siempre ha sido muy antipática.
Nunca le han gustado las criaturas. Desde que era pequeña, cuando iba a la escuela, todos se reían de su abrigo lleno de bolsillos. Era una niña solitaria que sólo hablaba con los animales, y eso la convirtió en lo que ahora es: una bruja. 'Mañana iré al bosque de la Luna Pálida a ver si todo lo que me ha dicho mamá es verdad' - Pensó Raquel mientras su madre le daba un beso de buenas noches. Se lo diría a David, seguro que él le acompañaría.
Y así fue al día siguiente los dos caminaron y caminaron por el bosque hasta que por fin, entre los árboles encontraron la casa. Pero la casa ni estaba en ruinas ni era tenebrosa. En la puerta había una mujer con un gatito en brazos, pero ni era fea y no parecía antipática. Hasta tenía cara de buena persona. Raquel y David se acercaron a la mujer despacio y asustados, pero enseguida se dieron cuenta de que no era peligrosa.
- Bienvenidos a mi casa, dijo la mujer con una gran sonrisa. -"No le falta ningún diente", pensó Raquel. - ¿E...e... eres la mujer de los bolsillos?- Preguntó David balbuceando y la mujer dijo que sí con la cabeza.
- Pero si tienes una casa muy bonita, y no pareces una bruja, aseguró Raquel - ¿Por qué todo el mundo te tiene miedo? - ¿ te pones a los niños en los bolsillos?
- Pero si tienes una casa muy bonita, y no pareces una bruja, aseguró Raquel - ¿Por qué todo el mundo te tiene miedo? - ¿ te pones a los niños en los bolsillos?
La mujer empezó a reírse sin parar, y les enseñó lo que llevaba dentro de los bolsillos: sólo eran caramelos de todos los gustos, piruletas, chocolatinas, regaliz, bombones, todas las golosinas que os podáis imaginar. Que equivocada que estaba su madre. María, que así se llamaba , era la mujer más dulce que nunca había conocido.
Raquel tenía que resolver aquella injusticia, María merecía ser conocida por todos en el pueblo, adultos incluidos, así nunca más asustarían a los niños con su persona. Lo primero que se le ocurrió fue reunir a todos los niños y niñas en la plaza mayor para que la conocieran.
María repartió caramelos y sonrisas a todos aquellos que se le acercaban, pequeños y grandes. Y a partir de aquel día, la mujer de los bolsillos fue querida por todos, y ya nadie le tuvo miedo.
FIN
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